¿Qué significa esta certificación? En pocas palabras, que La Anónima cumple con rigurosos estándares sociales, ambientales y de gobernanza, y que pasó por un proceso exhaustivo de evaluación (a cargo de B Lab™) que no solo revisa lo que la empresa declara, sino lo que realmente hace. El resultado: más de 11.000 empleados, 169 sucursales y un propósito que ahora está formalmente anclado en su estatuto social.
“Trabajamos cada día guiados no solo por la rentabilidad, sino por el impacto que generamos. La certificación como Empresa B nos impulsa a seguir por este camino y a invitar a todos, clientes, proveedores, comunidades, a sumarse a esta transformación”, expresó Nicolás Braun, gerente general de La Anónima.
Para quienes aún no están familiarizados con el concepto, las Empresas B buscan un “triple impacto”: económico, social y ambiental. En el caso de La Anónima, eso se traduce en tres pilares concretos:
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Eje económico: prácticas financieras transparentes y responsables.
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Eje social: relaciones justas con sus colaboradores, proveedores y comunidades.
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Eje ambiental: compromiso con medir, reducir y gestionar su huella ecológica.
Marina Arias, directora ejecutiva de Sistema B Argentina, lo resumió así: “Que una empresa familiar, argentina, con más de 100 años de trayectoria, se convierta en la Empresa B más grande del país es un hito. Esperamos que esto motive a toda la industria a reimaginar el futuro de sus negocios”.
Pero esta historia no empieza con el diploma. En 2021, La Anónima ya había incorporado el enfoque de triple impacto a su estrategia de negocio. Hoy, esa visión se profundiza: en cada nuevo local, en cada producto que se suma a las góndolas, en cada decisión que involucra a sus equipos.
¿Y ahora qué sigue? Seguir creciendo. Con foco en la sustentabilidad, la cadena proyecta nuevas aperturas y renovaciones, para que su modelo responsable llegue a cada vez más rincones del país.
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